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Durante muchos años se ha creído que la fluoración conseguía reducir de una manera importante el riesgo de caries, empastes y extracciones de piezas dentales entre la población infantil. Estudios más recientes están rebatiendo esta creencia ya que se ha ido observando que la incidencia de caries entre los niños es menor en la zona libre de flúor.

Cuando se realiza la fluoración de las aguas no se tiene en cuenta que no todas las personas tienen las mismas necesidades de flúor, que no hay control sobre la cantidad de agua que la gente consume y que no tiene un mismo peso un niño que un adulto.

Hay otras fuentes de flúor que ayudan a que la sustancia se acumule en el cuerpo: el té, cualquier alimento cocinado en un ambiente fluorado, emisiones de gases industriales, pastas dentífricas y los enjuagues, pastillas de flúor, etc.

El problema que puede haber debido a un consumo excesivo de flúor es que sólo se elimina del cuerpo la mitad del que se ingiere en un individuo adulto y sano.

El flúor no excretado se acumula en los huesos aumentando su densidad pero volviéndolos más quebradizos. La acumulación de flúor también afecta al sistema inmunológico reduciendo la capacidad de protección contra las infecciones y aumentando la vulnerabilidad ante el cáncer y los estados de inmunodeficiencia como el sida.

La generalización del agua fluorada ha conducido al aumento de la fluorosis dental, dientes moteados y decolorados. Tal vez el agua no sea el problema principal ya que el exceso de flúor puede proceder de otras fuentes: fertilizantes, insecticidas, ciertos fármacos, etc.

Consejos para evitar la fluorosis :

  • Hacer una analítica para comprobar los niveles de flúor si notas alguno de los siguientes síntomas: fatiga crónica, dolores de cabeza, sequedad en la garganta, micciones frecuentes, debilidad y espasmos musculares, manchas cutáneas de color rojo, picores y erupciones cutáneas tras el baño, mareo, molestias visuales.
  • Si vives en un área fluorada, se puede instalar un purificador especial en casa.
  • Reducir el consumo de té y de refrescos.
  • Usar un dentífrico sin flúor.
  • Una dieta rica que nos de unos niveles adecuados de magnesio, zinc y hierro.
  • Vigilar el consumo de comidas preparadas congeladas, sobre todo vegetales.
  • No utilizar nunca agua fluorada para preparar un biberón.

 

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